viernes, 2 de noviembre de 2012

PASAPALABRA

CISMA DE ORIENTE 1054

las principales causas que motivaron el Cisma: 1. De tipo étnico: La natural antipatía y aversión entre asiáticos y europeos, unidas al desprecio que en esta época sintieron los cristianos orientales hacia los latinos, a quienes consideraban contagiados de barbarie a causa de las invasiones germánicas. 2. De tipo religioso: Las variaciones que, con el paso del tiempo, fueron imponiéndose en las prácticas litúrgicas, dando lugar al uso de calendarios y santorales distintos; las continuas disputas sobre las jurisdicciones episcopales y patriarcales que se originaron a partir de dividirse en dos el Imperio; la opinión extendida por todo el Oriente de que, al ser trasladada la capital del Imperio de Roma a Constantinopla, se había trasladado igualmente la Sede del Primado de la Iglesia universal; las pretensiones de autoridad por parte de los patriarcas de Constantinopla, que utilizaron el título de ‘Ecuménicos’ a pesar de la oposición de los papas, que reclamaban para sí, como obispos de Roma, la suprema autoridad sobre toda la cristiandad; la negativa de los patriarcas de Oriente a reconocer esa autoridad sobre la base de la Sagrada Tradición Apostólica y las Sagradas Escrituras, alegando que el obispo de Roma sólo podía pretender ser “primus inter pares” (un primero entre sus iguales); y la intromisión de los emperadores en asuntos eclesiásticos, creyéndose pontífices y reyes, y pretendiendo decidir ellos solos los graves problemas de la Iglesia. 3. De tipo político: El apoyo que buscaron los papas en los reyes francos y la restauración en Carlomagno del Imperio de Occidente (s. IX) mermaron prestigio a los emperadores de Oriente, que tenían pretensiones a la reunificación del antiguo Imperio romano. A estas causas de carácter general pueden añadirse los cargos —en realidad, pretextos— que los patriarcas Focio y Cerulario imputaron a la Iglesia de Roma, y que pueden resumirse en los cuatro siguientes: Que los papas no consideraban válido el sacramento de la confirmación administrado por un sacerdote; que los clérigos latinos se rapaban la barba y practicaban el celibato obligatorio; que los sacerdotes de la Iglesia Romana usaban pan ácimo en la Santa Misa, práctica considerada en Oriente una herejía de influencia judaica; y, en fin, que los papas habían introducido en el credo la afirmación de que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo (“Credo in Spiritum Sanctum qui ex Patre Filioque procedit”), en contra de lo que sostenían los patriarcas orientales, que no reconocían esta última procedencia. En la actualidad hay un acercamiento entre las dos iglesias

FUEGO GRIEGO

Durante mil años el Imperio se defendió del acecho de los pueblos que llegaban de Europa como ávaros, búlgaros o eslavos. También se mantuvo una larga guerra contra los persas, que debilitó a ambos imperios. Esta situación fue aprovechada por los árabes que en la 1º mitad del s.VII, que acaban con el Imperio Persa. Sin embargo el Imperio Bizantino resistió el ataque, aunque los árabes consiguieron ocupar las provincias más ricas del Imperio: Egipto, Palestina y Siria. Poco a poco el Imperio fue reducido a las tierras más pobres, que eran agrícolas y ganaderas, con la artesanía y el comercio poco desarrollados. El único centro comercial y artesanal era la capital Constantinopla. Los árabes sitiaron en varias ocasiones Constantinopla, pero pudieron defenderse gracias a su defensa y armas como el fuego griego, un arma secreta bizantina fabricada a partir de petróleo y cal viva, que provocaba un fuego que se avivaba al intentar ser apagado con agua (observar imagen)